El uso de mascarillas en pacientes alérgicos disminuye el consumo de medicamentos de rescate y las visitas a urgencias

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La Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (SEAIC), en su comunicado de prensa, de abril de 2020, explica la importancia de las mascarillas faciales de protección

  • Las mascarillas reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en aire inhalado, tanto en niños como adultos alérgicos
  • Las mascarillas indicadas para alérgicos son las de protección, mientras que las recomendadas para pacientes infectados con coronavirus son las quirúrgicas

Las mascarillas son dispositivos diseñados con el objetivo de proteger al portador de la inhalación de humos, vapores, gases, microorganismos (bacterias, virus) y material particulado transportado por el aire. Además, estos dispositivos contribuyen a la protección del resto de personas cuando el individuo que porta la mascarilla corre el riesgo de contagiar alguna enfermedad. 

Existen tres tipos de mascarillas: higiénicas, quirúrgicas y de protección. Las primeras están fabricadas en tejidos lavables y no han demostrado su efectividad para evitar el contagio por microorganismos; las quirúrgicas filtran el aire que se exhala – desde dentro hacia afuera – y atrapan los virus contenidos en las gotas expulsadas al toser y estornudar del portador, impidiendo contagiar a los que le rodean, aunque no protegen al usuario de inhalar los virus, ya que no atrapan partículas menores de 1 micra. En tercer y último lugar, las mascarillas de protección o FFP (Filtering Face Piece), que son las más indicadas para pacientes alérgicos, cubren nariz y boca filtrando el aire que se inhala y retienen las partículas que se encuentran en el aire que respiramos como los pólenes y los virus. “Estas mascarillas tienen una elevada capacidad de filtración y reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en aire inhalado. Como consecuencia de la reducción de los síntomas, se produce un descenso en el consumo de medicamentos de rescate y una menor asistencia a servicios de urgencias”, explica el doctor Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Para disminuir la exposición de los pacientes pediátricos, también se recomienda la utilización de mascarillas.

Un estudio realizado por el Comité de Expertos de la SEAIC, en el que se analizó el poder filtrante de las mascarillas de protección ante la exposición al polen y los ácaros del polvo, concluyó que el uso de mascarillas homologadas -que reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en el aire inhalado- es una herramienta eficaz para reducir los síntomas alérgicos de los pacientes. 

Los principales aeroalérgenos que afectan a la población son pólenes, ácaros del polvo, esporas de hongos y los epitelios de los animales. Asimismo, la utilización de las mascarillas en alérgicos estaría especialmente indicada para aquellos que residen en zonas donde se producen de forma habitual niveles muy elevados de pólenes, debido a la abundancia de determinadas plantas en esos lugares. Esto ocurre en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valladolid en los meses de marzo y abril por el plátano de sombra; en provincias como Jaén en mayo y junio por la polinización del olivo, y en Cáceres y Badajoz en las mismas fechas por las gramíneas. De hecho, algunos alérgicos a pólenes pueden necesitar usar mascarillas durante casi todo el año, por la polinización de árboles y plantas a lo largo de las diferentes estaciones.

En este sentido, es tan importante el tipo de mascarilla que portan los pacientes alérgicos como su correcta colocación. Debe cubrir tanto la nariz como la barbilla y evitar que las fosas nasales queden al descubierto. “En el caso de que llevemos una mascarilla quirúrgica –debido a que en la crisis del COVID-19 puede ser difícil encontrar las protectoras – debemos procurar adaptar bien la parte superior de la mascarilla, que lleva un alambre flexible, al contorno de la nariz”

Mascarillas antes del coronavirus 

Debido al gran número de casos de contagio por coronavirus en España y en el resto del mundo, el uso de mascarillas es obligatorio actualmente.  Sin embargo, la utilización de estos dispositivos para evitar la exposición a los pólenes y ácaros del polvo se viene empleando desde hace unos 30 años. “Debido al rechazo que producían hasta el año pasado, por el temor a que el resto de la gente pensara que podría tratarse de una persona infectada, se han infrautilizado”, lamenta el doctor Moral.

Es importante conocer las diferencias entre los síntomas del coronavirus y de la alergia, para no confundir a una persona alérgica con una positiva por COVID-19. Los síntomas de la rinitis alérgica son fundamentalmente de picor nasal, muchas veces asociado a picor de ojos, estornudos repetidos, destilación nasal acuosa y congestión nasal de instauración más o menos brusca. Mientras que la sintomatología del coronavirus puede ser similar al de un catarro leve y más habitualmente con síntomas parecidos a los de una gripe: fiebre de moderada a intensa, malestar general y abatimiento, tos habitualmente seca, y puede asociar flemas y dificultad para respirar. Los síntomas son progresivos, y desde el inicio de su presentación ya suele asociar la sensación de malestar general, como cuando empieza una gripe.

Las mascarillas quirúrgicas son las que deben utilizar los pacientes que están infectados de coronavirus. A diferencia de las mascarillas de protección – que son las que usan los alérgicos – no tienen válvulas y suelen ser de color verde. “Estos dispositivos médicos están diseñados para no dejar pasar las gotas producidas por la tos y el estornudo desde la boca y la nariz al exterior y que así no puedan contaminar a los que están cerca”, concluye el experto.